El estrés es un mal que afecta a gran parte de la población urbana, y es que el ritmo de vida que llevamos es algo que nos influye mucho más de lo que pensamos. Este estrés suele desembocar en muchos casos en ansiedad, y una gran parte de las personas afectadas de este mal lo que suelen hacer es ingerir más alimento. Es como si el estómago estuviese vacío en todo momento y nos pida alimento sin cesar.
Antes de
nada debemos conocer como funciona nuestro cuerpo frente al hambre y los
mecanismos que utiliza para detectar cuando nos hace falta comida. La
explicación está en una parte del cerebro que se encuentra en la base de éste,
se trata del hipotálamo, que es una glándula que se encarga de controlar
las reservas de energía del organismo. En el momento que las reservas ven
disminuida su capacidad el hipotálamo emite señales que se traducen en aumento
de las ganas de comer. Lo mismo sucede a la inversa, y es que cuando el
estómago está lleno envía señales al hipotálamo para decir que hay que parar de
comer.
Un
funcionamiento normal de esta función es la que regula nuestras ganas de comer
y no nos obliga a ingerir alimento sin control. Pero es que el hipotálamo
además de esto, recibe toda la información referente a las emociones. En
condiciones normales, si nos encontramos bien emocionalmente el hipotálamo
funcionará correctamente sin aumentar las ganas de comer y sin desajustar
nuestras emociones corporales, pero esto no es así cuando estamos estresados y
padecemos de ansiedad.
La
ansiedad es un estado anormal del organismo que ocasiona que un desajuste en
el hipotálamo, ya que no se trata de una emoción habitual ni normal en el
ser humano. Este desajuste lo que hace es alterar las señales del hipotálamo
mezclando las de los sentimientos con las referentes al hambre. Esto es lo que
hace que en algunas personas cuando tienen ansiedad coman menos cantidad de
alimento y en cambio otras desarrollen conductas de mucho hambre y engorden.
Para
evitar esto es importante que sepamos poner remedio a esta situación anómala de
ansiedad que es la base de todo nuestro desajuste. Cambiar los hábitos de
vida por otros más tranquilos y decantarnos por actividades relajantes debe
ser la clave para controlar el apetito y no dejar que pueda con nosotros.
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